10 de junio de 2008

Comentario Bíblico sobre Apocalipsis 21:1-8

Apocalipsis 21:1-8
Vv. 1-8.El nuevo cielo y la nueva tierra no estarán separados entre sí; la tierra de los santos, sus cuerpos glorificados serán celestiales. El viejo mundo con todos sus problemas y tribulaciones habrá pasado. No habrá mar, lo que representa adecuadamente la libertad de las pasiones contradictorias, de las tentaciones, los problemas, los cambios y las alarmas; de todo lo que pueda interrumpir o dividir la comunión de los santos. Esta nueva Jerusalén es la Iglesia de Dios en el estado nuevo perfecto, la Iglesia triunfante. Su bendición viene totalmente de Dios y depende de Él.

La presencia de Dios con su pueblo en el cielo no será interrumpida como es en la tierra, Él habitará con ellos continuamente. Todos los efectos de tribulaciones previas serán eliminados. Ellos han llorado a menudo debido al pecado, la aflicción, las calamidades de la Iglesia, pero no quedarán señales ni recuerdos de las congojas anteriores. Cristo hará nuevas todas las cosas. Si estamos dispuestos y deseosos de que el Redentor haga nuevas todas las cosas en nuestros corazones y naturaleza, Él hará nuevas todas las cosas acerca de nuestra situación hasta que nos lleve a disfrutar la felicidad completa. Nótese la certeza de la promesa. Dios da todos sus títulos, Alfa y Omega, Principio y Fin, como señal del cumplimiento pleno. Los placeres pecaminosos y sensuales son aguas envenenadas y cenagosas; y los mejores consuelos terrenales son como el escaso aprovisionamiento de una cisterna; cuando se idolizan, se vuelven cisternas rotas y sólo rinden vejación. Pero los goces que imparte Cristo son las aguas que brotan de una fuente, puras, refrescantes, abundantes y eternas. Los consuelos santificadores del Espíritu Santo nos preparan para la dicha celestial; son corrientes que fluyen para nosotros en el desierto.
Los timoratos no se atreven a enfrentarse con las dificultades de la religión, su miedo esclavizante viene de su incredulidad; pero los que fueron tan cobardes que no se atrevieron a tomar la cruz de Cristo, estaban, no obstante tan desesperados que se precipitaron a la maldad abominable. Las agonías y los terrores de la primera muerte conducirán a los terrores y agonías mucho mayores de la muerte eterna.
Fuente: Comentario de la Biblia de Mathew Henry.

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